Al igual que hablaba en mi entrada anterior de la cantidad de economistas y políticos frustrados que hay pululando por la red, reparo ahora en la de entrenadores de fútbol que hay en esa misma situación. Lejos de limitarse a dar opiniones, es muy común el encontrar comentarios descalificadores hacia el trabajo de otras personas, sin aportar nada positivo. En esta ocasión me toca leer muchos comentarios poniendo en duda la profesionalidad de Vicente del Bosque, o la de la propia selección española. Todo el mundo haría esto o aquello, pondría a tal o cual jugador, o usaría tal o cual estrategia... todo muy digno. El problema viene cuando estas opiniones se acompañan de insultos y descalificaciones gratuitas. Cuando no se ataca a uno, se ataca al otro. Todo vale para demostrar al mundo que nuestras ideas son las que valen.
Pues no. No todo vale. Me repele la gente que habla con total seguridad sobre cosas de las que no tiene la más mínima idea. Estoy rodeado de ellos... ¡¡¡Socorro!!
Ya lo decían mis admirados Héroes del Silencio: "Qué fácil es abrir tanto la boca para opinar".
La falta de seguridad en uno mismo, se compensa golpeando con firmeza la mesa. Y si alguien hurga un poco en tus conclusiones, nuevo golpe y nueva sandez. Y otra, y otra... hasta que desista por aburrimiento o impotencia.
Pues no. No todo vale. Me repele la gente que habla con total seguridad sobre cosas de las que no tiene la más mínima idea. Estoy rodeado de ellos... ¡¡¡Socorro!!
Ya lo decían mis admirados Héroes del Silencio: "Qué fácil es abrir tanto la boca para opinar".
La falta de seguridad en uno mismo, se compensa golpeando con firmeza la mesa. Y si alguien hurga un poco en tus conclusiones, nuevo golpe y nueva sandez. Y otra, y otra... hasta que desista por aburrimiento o impotencia.
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