Se acercan esas fechas tan hogareñas, tan familiares, de tan buenas intenciones. Me gusta andar por la calle de noche, y empaparme de luces de colores, que disfrazan las vidas por unos días. Para qué negarlo.
Pero también me hacen reflexionar. Personalmente no tengo costumbre de adornar mi fachada ni con luces, ni con reyes, ni con "papanoeles"... soy algo más austero, y pongo mi arbolito de navidad en el salón, y un pequeño nacimiento.
Respeto a la gente que sí lo hace. Tengo buenos amigos que ponen luces en sus balcones.
Pero muchasa veces, me da la sensación de que hay dos tipos de navidades. Por un lado, encuentro la fantástica navidad de guirnaldas y luces, esa que todo el mundo puede ver mientras pasea. Esa que dice: "Qué maravilloso es todo". Por otro lado, está la navidad de puertas para adentro. Con sus peleas, ironías, envidias, tristezas... Con tantos adornos, es como si quisieramos disfrazar nuestra triste realidad. Y sólo hay que escarbar un poquito, para ver que todo es pura fachada.
También hay a quien tanta parafernalia le sirve como dulce placebo por unos días, ya que le ayuda a alcanzar un buen estado anímico.
Y tú... ¿qué piensas de todo el "cristo" que se prepara en estas fechas?
¿Te anima? ¿Te deprime? ¿Te la suda?
No hay comentarios:
Publicar un comentario