"Dejad que los niños se acerquen a mí". Eso dijo Jesucristo según la Biblia. Pero no debe de pensar así uno de sus representantes en la Tierra, o sea, un cura. Y menos aún, cuando ese niño se encuentra tirado encima de un montón de orines. Me explico.
Me encontraba yo en fiestas de una localidad navarra, con mi hijo de menos de tres años, viendo un espectáculo infantil. La ubicación era una carpa, sita en el patio de la llamada "casa del cura". Entre dicha casa y el patio, se había colocado una especie de pared artificial con puerta, por la que el cura accedía a su vivienda, evitando que lo hiciese el resto de plebe (digo yo que ese sería el fin. Si no no lo entiendo).
Pues en esas me encontraba, cuando mi hijo me pide hacer pis. La opción más ética, era entrar en el bar más próximo, pero que pensé que estaría hasta los topes siendo la hora que era. Así que opté por........ MUY BIEN!!!! La puerta esa que le habían puesto al cura, que hacía esquina, estaba resguardada,... y qué cojones, QUE TODO CRISTO MEABA ALLÍ.
Sé que no es muy ético lo que hice, pero creo que tiene mil veces más excusa un niño que no se aguanta más, que un adulto que puede controlar sus necesidades con muchas más garantías.
Así que lo puse a mear, y cuando le estaba subiendo los pantalones (el niño apoyado en la puerta), va y esta se abre, apareciendo el representante de Dios. Mi hijo, cayó de lleno al suelo, encima de todos los orines (el suyo, y el de medio pueblo). La estampa, por unos segundos era un poco dantesca. Yo enseguida me agaché a cogerlo, mientras oía una especie de gruñido que decía: "Me parece que este no es el mejor lugar para traer a mear a un niño".
Hasta aquí los hechos.
Mi valoración. Yo hice mal, desde luego, en poner a mear a un niño en la calle. Hay sitios habilitados para ello.
Pero creo que mil veces peor fue el comportamiento del cura. Me lo imagino predicando en misa la palabra de Dios (que si hay que compartir, que si hay que perdonar, que si hay que poner la otra mejilla...), y lo veo ahí, de pié, mirándome con desprecio mientras mi hijo está tirado en el suelo entre meados y llorando, y él incapaz de ofrecerme ayuda para limpiar a mi niño (que me lo tuve que llevar a casa a duchar de arriba a abajo). Sólo tuvo palabras de REPROCHE.
Sería un buen momento ahora para despotricar contra la Iglesia, Dios, y demás, pero no voy a caer tan bajo. Principalmente, porque lejos de estar seguro de creer en Dios (creo o quiero creer que hay algo después de la muerte, se llame como se llame), en los que creo cada vez menos (y me lo demuestran con hechos una y otra vez) es en los curas, frailes, monjas, y todos los que hablan en nombre de Dios.
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